Los días grises me recuerdan a Benidorm. A las playas desiertas y a los bares de jubilados. A lámparas encendidas en comedores aterciopelados con perros de porcelana. En el Aquatic Paradise de Sitges había muchos toboganes y una piscina de olas con impulsor centralizado. En el Futuroscope de París apostaron por la tecnología IMAX en todas sus versiones. En Coney Island Park no sabían que los neones gastados aunque sean de bajo consumo no se pueden reciclar. En el Tibidabo de Barcelona no se dieron cuenta de que los niños dejaron de llorar cuando recolocaron las sillas voladoras lejos del precipicio. Que bonito debe ser Benidorm en un día como hoy y ganas tengo de ir a clase de Steps.